Mediadores de Lectura

En este espacio publicamos una reseña de las experiencias presentadas durante el 2º Encuentro de Mediadores de Lectura llevado a cabo en la Biblioteca Popular Sarmiento, de Ushuaia, los días 12 y 13 de septiembre de 2008. El primer Encuentro se encuentra asimismo reseñado en los post más antiguos. Vea imagenes.

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lunes, marzo 26, 2007

Docentes librados al azar a la hora de elegir libros y autores

No hay pautas para alentar la lectura en clase


Por Raquel San Martín De la Redacción de LA NACION


Se trata de una decisión relevante: del primer contacto sistemático con la literatura que se da en el secundario depende qué tipo de lector surgirá. Y, como el gusto por leer no puede imponerse, los docentes afirman que es la pasión por los libros el modo más efectivo de transmitir el entusiasmo por la lectura. Sin embargo, muchos profesores afirman que el problema no es que los chicos no leen, sino que no ven que los adultos lo hagan.
"Hay una ausencia de discusión sobre qué leer en la escuela y cómo hacerlo. Ante eso, muchos docentes dan a leer lo que sea que tenga interés para los chicos. Pero al hacer eso la escuela pierde su función, porque debe elevar el horizonte de los alumnos", comentó a LA NACION Andrea Brito, investigadora del área de Educación de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).
La falta de debate deja abierto un lugar para que se acomode el marketing editorial. "Hay equipos académicos que trabajan sobre temas de lectura escolar, pero eso no llega a las escuelas. Los profesores se guían muchas veces por lo que ofrecen las editoriales", dijo Silvina Marsimian, directora del Departamento de Castellano y Literatura del Colegio Nacional de Buenos Aires (CNBA).
Los programas de estudio de lengua (en los primeros años del nivel medio) y literatura hispanoamericana y argentina (en los últimos) coinciden en muchos textos considerados canónicos. Están los clásicos universales y de la literatura española, y los textos considerados fundacionales de nuestra cultura, como Martín Fierro , de José Hernández; El matadero , de Esteban Echeverría, y Facundo , de Sarmiento. La lista de autores contemporáneos es larga y variada, pero se repiten, en sucesión necesariamente incompleta, Borges, Julio Cortázar, Roberto Arlt, Manuel Puig, Rodolfo Walsh, Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Juan Rulfo, Juan José Saer y Ricardo Piglia.
Criterios
En el CNBA, comentó Marsimian, los 25 docentes del área seleccionan lo que leerán sus alumnos a partir de criterios diversos: "Se busca que sean lecturas formativas desde el punto de vista de la lengua, que tengan interés en la vida cotidiana de los chicos y que sirvan para construir un canon de literatura argentina. Además, se toman en cuenta las experiencias previas de trabajo y la madurez de los chicos", dijo.
Aunque la narrativa (cuentos y novelas) es lo que más se lee, están incluyendo cada vez más textos dramáticos, para acercar a los chicos al teatro.
"En los 80 se decía que había que dar a los chicos lo que les gustaba, pero lo que hay que hacer es volver interesante aquello que no pueden dejar de leer. Presentarlo no como un registro de época, sino como entradas a temas que pueden pensarse desde el presente", dijo Isabel Vassallo, directora del Departamento de Castellano, Literatura y Latín del profesorado Joaquín V. González, donde cada año unos 300 estudiantes empiezan la carrera para ser profesores. En ese sentido, comentó Vassallo, la ciencia ficción gana terreno en las escuelas porque "se apropia de problemáticas inmediatas, como la tecnología y su incidencia social, y la ecología".
"Discutir qué leen los chicos depende de la conducción de cada escuela. Nosotros balanceamos el gusto personal y la disponibilidad en el mercado con textos que hayamos probado que funcionan", dijo Gloria Candioti, profesora en Letras y rectora del Instituto Nuestra Señora de Luján, de Parque Patricios.
Además de los clásicos, mencionó a Agatha Christie, Emilio Salgari, J.R.R. Tolkien, Pablo de Santis y los cuentos policiales. "La idea es que avancen de una lectura superficial de personajes y espacios a una más profunda", afirmó Candioti.
Desigualdades
La autonomía de las escuelas para decidir qué leen sus alumnos hace que la lectura sea un escenario donde se ve la desigualdad. Así, los chicos con menos acceso a libros y al hábito de leer en sus casas suelen ir a escuelas donde la disponibilidad de libros es menor.
Los docentes, sobre todo los más jóvenes, también llegan al aula con formación de distinto nivel. "Vemos los distintos niveles de los chicos en el ingreso al profesorado. Muchos tienen problemas de comprensión y de producción, y nos cuesta que lean", dijo Vasallo.
Parece que la literatura, más que enseñarse, se muestra. "No se puede obligar a un chico a leer, pero sí se puede estimular la lectura, demostrar que puede aprovecharla, poner pasión en la clase. El docente es un intermediario entre el chico y la lectura, y cuando le muestra que un libro tiene valor, el chico lo capta", dijo Marsimian.
"Si no, formamos malos lectores, que son los que se resignan a lecturas fáciles que no ofrecen obstáculos y se refieren a intereses inmediatos -describió-. Los chicos tienen una enorme potencialidad para aprender, y no podemos desaprovechar eso."
Para Candioti, "se ha privilegiado lengua y literatura como materias para enseñar a escribir, comprender y producir textos, pero hay que volver a comunicar el placer de la lectura. Pero el profesor sólo puede transmitirlo si él no lo perdió".
Leer es, finalmente, un ejercicio democrático. Como dijo Vasallo, "leer es ponerse en el lugar del otro, y por eso es un ejercicio de tolerancia".

http://www.lanacion.com.ar/cultura/nota.asp?nota_id=894559

martes, marzo 20, 2007

Bellísimo Power Point "Los libros" de ROSA M. SANCHEZ ARPON. No se lo pierdan

lunes, marzo 19, 2007

La tecnología que iluminó a la humanidad

Por Ariel Torres Link permanente: http://www.lanacion.com.ar/891999
Seccion La compu, de Clarín

Se suele ver la cultura basada en la imagen y el sonido como lo moderno. El texto, la lectura, la página impresa, se recortan contra este fondo de bulliciosas imágenes danzantes como el pasado, lo antiguo. Qué raro, porque en realidad es exactamente al revés. Muchos miles de años antes de que los industriosos sumerios desarrollaran los caracteres cuneiformes, los seres humanos hacíamos dibujitos en las paredes de piedra y percutíamos rudimentarios instrumentos musicales. Iconos y sonidos. Multimedia prehistórica.


Funcionaba para el rito animista y para darse coraje en las que debieron ser las noches más oscuras de la humanidad. Pero las imágenes y la música no servían, y siguen sin servir, para transmitir conocimientos, ni para crear otros nuevos.


Bendita con un método para codificar el pensamiento abstracto mediante un conjunto diminuto de sonidos (menos de treinta usualmente), la humanidad no desarrolló la escritura sino hasta hace unos 6000 años. Aunque capaz de hablar, el hombre permaneció durante eras mudo ante la posteridad, condenado a repetir errores, inmovilizado en ese silencio llamado prehistoria. De la escritura para acá, en 6000 años, período equivalente a sólo 75 vidas humanas, avanzamos más que en los 70.000 años previos.


Durante todo ese tiempo inmenso, el Homo sapiens vivió enclaustrado y sin perspectiva, tanto como lo estaría hoy una persona que no leyera libros ni diarios y que dificultosamente lograra redactar una esquela de tres líneas. Capaz de abstracción, el hombre prehistórico carecía de la tecnología adecuada para aprovechar sus talentos. Hasta hace sesenta siglos, la única forma de transmitir conocimientos y cultura era la tradición oral; texto al fin, claro, pero frágilmente tejido a la memoria y al destino de unos pocos. En Fahrenheit 451 Bradbury retrata la catastrófica regresión cultural que nos obligaría a retomar la tradición oral.


Ahora, para completar el malentendido, acusamos a la PC y a Internet de haber contribuido a imponer en los más jóvenes esta peligrosa atextualidad . Una salida cómoda para esquivar una responsabilidad propia.


Somos nosotros quienes debemos inculcar la lectura a nuestros hijos; la tecnología no les ha robado nada; como mucho, expone un síntoma. Y sí, es verdad, iniciarse en la lectura es difícil, precisamente porque se trata de una tecnología nueva, más rica, eficiente, compleja, avanzada y poderosa que la pintura rupestre y el ritmo de los troncos huecos. Lleva tiempo, es cierto. Exige atención y compromiso.


No alcanza con aprender a leer y escribir. Hay que experimentar en uno el abandono de la prehistoria, el nacimiento de la propia historia. No imagino regalo mayor para un niño.

miércoles, marzo 07, 2007

Hallé esta nota en Diario.com.mx. Allí "Fernandez Saldivar" escribe:
"La lectura no se impone, se contagia, se propaga viendo a sus entusiastas practicantes —que los hay— sumergidos entre las páginas siempre dispuestas de sus libros, conversando al oído con sus autores preferidos, relatando las aventuras de los personajes que saltan de una página a otra en medio de las más riesgosas situaciones, albergando los más sublimes sentimientos y las más dolorosas penalidades. Comencemos en casa por desempolvar los libros que hemos atesorado por años y cuya lectura hemos pospuesto para tiempos mejores. Tal vez alguien a nuestro alrededor nos observe y nos imite. "

lunes, marzo 05, 2007

Consejos y reflexiones para narradores y otros insultos

Este estractito de "Como una novela", de Daniel Pennac salió en un Periodico de narración oral que se llama CUENTOS AL DIA. Fundado por Marta Lorente y José Campanari. Para recibirlo manden un mail a cuentosaldia@cuentosaldia.com Es excelente! Trae cuentos super narrables

Aquel profesor no inculcaba un saber, ofrecía lo que sabía. No era tanto un profesor como un trovador, uno de esos juglares de palabras que frecuentaban las posadas del camino de Compostala y recitaban los cantares de gesta a los peregrinos iletrados.
Como todo necesita un comienzo, congregaba todos los años su pequeño rebaño en torno a los orígenes orales de la novela. Su voz, al igual que la de los trovadores, se dirigía a un público que no sabía leer. Abría los ojos. Encendía lámparas. Encaminaba a su mundo por la ruta de los libros, peregrinación sin final ni certidumbre, marcha del hombre hacia el hombre.
-¡Lo más importante era que nos leyera todo en voz alta! La confianza que ponía de entrada en nuestro deseo de aprender… El hombre que lee en voz alta nos eleva a la altura del libro. ¡Da realmente de leer!

domingo, marzo 04, 2007

Leer, un hábito poco estimulado

EDITORIAL de Clarin

Los chicos argentinos leen muy poco. Apenas lo hacen por obligación y el rechazo que sienten por esa práctica no encuentra remedios en los hogares y escuelas.

Esto limita su capacidad de comprensión y pone un horizonte estrecho a las posibilidades de asimilación de información y de desarrollo educativo.


Según los últimos datos disponibles —provenientes del Estudio Internacional sobre el Progreso en Lectura, de 2001—, sobre un total de 35 países evaluados, Argentina quedó en el puesto 31. En los jóvenes, este nivel bajísimo de lectura es provocado por dos fenómenos: por una parte, los padres no leen y no incentivan la lectura de sus hijos; por la otra, los maestros no despliegan herramientas pedagógicas atractivas para acercar a los estudiantes al mundo fascinante de los libros.


En muchos hogares no hay libros y los chicos no tienen modelos de lectores. Esta omisión a veces prosigue en las aulas. Hay escuelas con bibliotecas pobrísimas y sin textos para conquistar el interés de los jóvenes; hay docentes sin pasión por los libros. Así, en las aulas puede sellarse el prejuicio de que leer es equivalente a una imposición aburrida e inútil.


No es sencillo lanzar a los jóvenes a la lectura. Para algunos expertos, un error cometido en nuestras escuelas es dejar librado a cada maestro qué hacer. En Finlandia, país que tiene uno de los niveles más altos de lectura, hay actividades diarias de lectura planificadas. Con libros en las bibliotecas y con capacitación y pautas claras para los maestros, se podrá ir revirtiendo una realidad mediocre, que se expresa en el hecho de que la lectura para nuestros jóvenes se transforma en un obstáculo para comprender textos complejos y avanzar en los estudios.


En la Argentina el nivel de lectura es bajo. Un estudio realizado en 35 países dejó al nuestro en el puesto 31. En los hogares y sobre todo en el aula se debe formar un hábito básico para el progreso educativo de los jóvenes.

¿Cómo hablar de esos libros que nunca leíste? (interesante nota)

Hasta que se produzca el "Segundo Encuentro de Mediadores de Lectura" vamos "entreteniendonos" con artículos que tienen que ver con esto de cómo mediar entre libros y lectores. Y así topé con una cosa interesante, una nota de Natalia Zuazo, que salió en Clarín hace poquito.

Parece que un francés (el Prof. Bayard) tiene la fórmula (y la hizo libro y best-seller encima!) para que podamos "hablar de esos libros que nunca leímos" jajajajajaa. El libro "Cómo hablar de esos libros que usted nunca leyó" es una guía para lograrlo. Copio aqui unos parrafitos de la nota que se puede leer aqui

Bayard (recuerden, es profesor de literatura) dice cosas tales como:

1) que no hay ninguna obligación de leer,

2) que todos los estudiantes de la facultad incluido él, leen exploratoriamente,

3) que ni los propios Montaigne o Paul Valery recordaban qué habían leído,

4) encuentra que personajes de Graham Greene o David Lodge se preguntan sobre la verdadera necesidad de leer,

5) se niega a que autores como Proust o Joyce intimiden. Y así. Bueno, para empezar, nada nuevo. Y entonces, como si fuera un autor de autoayuda, vienen... ¡los consejos para el lector no lector! Y él encuentra todo mucho más fácil que las cátedras de literatura (que él mismo dicta):

1) Encontrarse con el autor de un libro –sin haber leído su libro-, dice, es sencillo: lo único que el autor quiere es que uno le diga "me encantó tu libro", y nunca hay que entrar en detalles.
2) Las novias/os quieren que uno comparta su amor por un libro determinado, quieren compartir ese universo íntimo, y en esos casos, lo mejor es "la empatía silenciosa".
3) Hay que aprender de los alumnos, que tienen mucha experiencia en hablar de libros que nunca leyeron: recurrir a las contratapas, reseñas, comentarios públicos, o simplemente una conferencia del autor pueden ser de una gran ayuda.

Y así sigue con tips que exasperarían a cualquiera, hasta llegar a uno fascinante: si uno no sabe de un libro, finalmente, es mucho más interesante inventar la propia historia.

Finalmente el artículo llega a un punto que me parece interesantísimo:

"¿Cómo hago para elegir mejor qué leer? Primero, cuanto más se lee, mejores criterios de seleccion se tiene. Luego, es importante también aprender a hacer lecturas exploratorias para ver si compro el libro, si lo leo todo, si leo un capítulo, también de acuerdo al contexto para el que lea: si es para estudiar, si es por placer. En la antigüedad, se leía intensivamente, porque había pocos libros, y uno podía decir que había leído todo sobre algo. Pero hoy eso es imposible, y por lo tanto, la lectura tiene una entrada exploratoria, extensiva, y se considera que un buen lector puede desarrollar esas practicas y completarla con lectura intensiva de algunos temas y autores que le gusten o le interesen particularmente. "

Y termina así la nota de Clarín:

"Eso de mostrarle al otro la cantidad de lecturas tiene que ver con el consumismo , con cuántos libros leí, cuántas películas miré. Pero el problema no es de cantidad, sino de calidad. Lo que sí importa es lo que se lee, pero lo que se lee de verdad, para tener un mundo en común con los otros, sobre todo con otros con los que uno no tiene contacto diario. Pero para eso no sirve hacer como que se lee, sino que sirve leer. "

sábado, marzo 03, 2007

Influencia del ambiente cultural en el desarrollo del niño

Nota publicada en Vanguardia.com

Por Jesús R. Cedillo
SALTILLO, COAH. MARZO 2, 2007 (VANGUARDIA).-

El axioma dice a la letra: infancia es destino. Los psicólogos —está comprobado— hablan de que los primeros años de vida de un niño son los que marcarán por siempre el resto de su vida.

Aquello que perciben, lo que los rodea, sus experiencias cotidianas son la semilla que habrá de florecer en su etapa de juventud y ya luego en su etapa de madurez. Un filósofo español, José Ortega y Gasset, ha dejado por escrito de manera económica y certera lo siguiente: “El hombre es él y sus circunstancias”.

El sabio español tiene razón: no podemos escindir al hombre de la vida privada, del hombre de la vida laboral. Una es consecuencia de la otra, estamos determinados entonces por el entorno que nos rodea, el cual influye definitivamente y para siempre en nuestro incierto futuro. El futuro, claro está, no existe, pero se construye día tras día. Entonces no es gratuito y sí demostrable que el aspecto sociocultural influye poderosamente en el desarrollo del niño y su potencial vida de adulto.


INFANCIA ES DESTINO

En sus memorias “Confieso que he Vivido”, el escritor chileno Pablo Neruda —quien llegó a obtener el máximo galardón de las letras universales, el Premio Nobel— cuenta sobre su infancia: “Fui creciendo. Me comenzaron a interesar los libros. En las hazañas de Buffalo Bill, en los viajes de Salgari, se fue extendiendo mi espíritu por las regiones del sueño. Los primeros amores, los purísimos, se desarrollaban en cartas enviadas a Blanca Wilson…”.

Hago hincapié en una frase: “Se fue extendiendo mi espíritu por las regiones del sueño”, la manera poética en que lo dice hace palidecer a una mente sensible, es decir, la lectura vino a posibilitar al infante el habitar un mundo mejor que éste, un mundo que lo llevaría a ganar el Premio Nobel. La lectura entonces posibilita el despertar de una conciencia dormida que vamos adquiriendo, una conciencia que poco a poco va ganando en formación, en valores y en vida cotidiana. Veámoslo a vuelapluma: los famosos valores no son hereditarios, no los traemos consigo, los adquirimos con el paso de los días, de las lecturas y de nuestro entorno sociocultural. De aquí entonces que es de primer orden que la formación cultural que adquirimos en edad temprana se va a manifestar a la menor provocación posible.

Cualquier manifestación cultural —y aquí hablamos de cultura en el sentido antropológico del término— es definitiva en nuestra formación personal. El comer, el vestido, el habla cotidiana, la lectura, las llamadas bellas artes, nuestra interacción cotidiana forma parte de un crisol donde vamos poniendo a diario trozos y trocitos de eso que llamamos cultura y que influirá en nuestra vida cotidiana. Un ejemplo para ilustrar lo anterior: sabemos y decimos una y otra vez que la lectura es base fundamental para el desarrollo y la superación del ser humano, pero poco fomentamos la lectura en el niño, por lo cual y ya cuando llegan a edad adulta sin este hábito, es casi imposible involucrarlos en dicha dinámica.


LA LECTURA POR OBLIGACION

Con respecto a las lecturas obligatorias, los famosos libros de texto en las diferentes etapas de la formación escolar, el escritor Felipe Garrido dice: “Casi siempre los libros de texto se leen sólo por obligación, y por lo mismo se leen mal, sin comprenderlos bien, sin que cumplan con su función más importante, que sería abrir nuevos horizontes. Por eso la mayoría de los estudiantes, aunque pasen muchos años en la escuela y consulten o lean muchos libros de texto, finalmente no se convierten en lectores auténticos. Además, al salir de primaria la mayor parte de los niños no tienen libros ni revistas en su casa, ni están acostumbrados a conseguirlos en una biblioteca, de manera que difícilmente pueden seguir leyendo”.

El escritor Felipe Garrido tiene razón, el ambiente familiar (la cultura que nos rodea) no es muchas veces el más propicio para aprender ciertas cosas como lo es la lectura. El niño aprende por imitación en los primeros años de vida, de aquí entonces que si “ve” que el padre o la madre leen, tienen libros diariamente en la mano y si se familiarizan con los libros, invariablemente terminarán por “acostumbrarse” a ellos, a palparlos, a explorarlos, a leerlos.

El escritor ruso Máximo Gorki guarda en su memoria el recuerdo de abuelas y tías que contaban historias y versos que terminaron por convertirlo a él en escritor: “Era imposible no creer en la abuela: hablaba con tanta sencillez, de un modo tan convincente. Pero lo que mejor recitaba eran las leyendas en verso sobre los sufrimientos de la Virgen en la tierra, de cómo exhortaban a Engalichieva que era bandolera, a que no robara ni matase a los rusos; las poesías sobre el bienaventurado Alexéi e Iván el Guerrero; los cuentos acerca de la discreta Vasilisa, el Pope-Macho Cabrío y el ahijado de Dios, los espantosos relatos verídicos sobre Marta la Alcaldesa, la Baba Ustia, capitana de bandidos, la pecadora María Egipciaca y las penas de la madre de un ladrón. Sabía infinidad de cuentos, sucedidos y poesías”.


EL VICIO DE LEER POR PLACER

Otro Premio Nobel de Literatura, el colombiano Gabriel García Márquez en sus memorias "Vivir Para Contarla", lo dejó escrito así. “El vicio de leer lo que me cayera en las manos ocupaba mi tiempo libre y casi todo el de las clases. Podía recitar poemas completos del repertorio popular que entonces eran de uso corriente en Colombia, y los más hermosos del Siglo de Oro y el romanticismo españoles, muchos de ellos aprendidos en los mismos textos del colegio. Estos conocimientos extemporáneos a mi edad exasperaban a los maestros, pues cada vez que me hacían en clase alguna pregunta mortal les contestaba con una cita literaria o alguna idea libresca que ellos no estaban en condiciones de evaluar”.

Volvemos a comprobar que la infancia, así como la edad de un adolescente, son definitivas en la formación del niño y su vida futura. Un estudio ha comprobado que de los 11 a los 15 años es cuando se alcanza el nivel intelectual adulto, “el sujeto se libera de las dependencias de lo concreto e inmediato y pasa a considerar lo real como subconjunto de lo posible. Así el adolescente puede razonar sobre hechos reales y sobre hipótesis, o sea que accede al pensamiento hipotético-deductivo, el cual lo orienta hacia el futuro y le permite avanzar en la visión crítica de sí mismo, de su familia y de la sociedad”. Infancia es destino y el medio que rodea al niño o al adolescente es vital para su formación cultural e intelectual.